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Mentores en la era digital

Oscar González Escárceg / Forbes

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(Ciudad de Panamá-ANPanamá). Los creadores de esta empresa tecnológica educativa se pusieron una meta muy alta desde su fundación, en 2011: cambiar la mentalidad de toda América Latina para que la región deje de ser un puñado de países maquiladores y se conviertan en exportadores de tecnología y software.

“Nosotros nos dedicamos a enseñar las habilidades que permiten crear los mejores productos de TI [tecnologías de la información] que existen. Les enseñamos a programar, a diseñar, a hacer campañas de marketing y negocios online. Son habilidades vocacionales que normalmente la academia no en- seña. Pero, en el mercado, existe una fortísima demanda [de éstas]”, dice el colombiano Freddy Vega, CEO de Platzi.

La idea es insertar la tecnología en el conocimiento de los latinoamericanos, ante un escenario que indica que todas las industrias tradicionales están en peligro de ser aniquiladas debido a la revolución del software. Por eso, el directivo opina que es necesario reaprender todo y reentrenar a funcionarios, directivos, emplea- dos y colaboradores de cualquier empresa.

El nacimiento de Platzi fue resultado de la unión de dos adversarios, quienes tuvieron la visión de unir sus negocios para hacer uno todavía más grande. En 2010, las empresas Cristalab, de Freddy Vega, y Maestros del Web, del guatemalteco Christian Van Der Henst, dedicadas a reunir a la comunidad de diseñadores web, competían por obtener el mayor número de seguidores, lo que, a su vez, se traducía en ventas de publicidad en internet para obte- ner ganancias. Las dos empresas se dedicaban a reunir en línea a diseñadores para que, quien lo quisiera, subiera tutoriales para explicar cómo programar y diseñar un sitio.

Sin embargo, se dieron cuenta de que los recursos obtenidos por esa vía no eran suficientes. Fue entonces cuando Christian Van Der Henst le propuso pensar en grande. Así, planearon un curso presencial de mercadotecnia online en Buenos Aires, Argentina, para 100 estudiantes. Todo parecía perfecto, pero cometieron un error.

“Nos fue muy mal; quebramos por completo. Sólo llegaron 30 estudiantes. El error fue no saber los detalles culturales de Argentina. El curso lo hicimos en diciembre y ese país se va de vacaciones; en ese mes, el país se paraliza”, recuerda Vega.

A pesar del descalabro, en 2013 Platzi se propuso facturar US$1 millón, pero se quedó en 800,000. No obstante, el año siguiente alcanzó la mítica cifra, tras haber aprendido de sus errores y aciertos.

Gigas recargados 

El escenario en este 2017 es muy diferente para Platzi, empresa que tienen 370,000 estudiantes alrededor del mundo, principalmente en México, Colombia, España y Estados Unidos. Con la comunidad hispana de Estados Unidos imparte 120 cursos en inglés y en español y 14 carreras, con un costo de 29 dólares mensuales.

Vega está convencido de que no hay barreras para que en algún país latinoamericano se cree la próxima revolución en inteligencia artificial, o para que en la región nazca la próxima start up tecnológica global.

“Una persona con una lap top de US$200 puede crear el mismo impacto que otra con un súper servidor de US$10,000; lo único que [hace] falta es tener una cultura de mantenernos aprendiendo todo el tiempo, de no creer que aprender sólo una vez es suficiente. Ésa sería mi mejor recomendación para cualquier emprendedor”, explica.

Por último, Vega revela su sueño: “Si un millón de personas aprendieran hoy a programar, por ejemplo en México (que tiene una población de alrededor de 120 millones de habitantes), ese país de- jaría de ser un país exportador de maquilas y se volvería un país que exporta servicios de tecnología”.

Por ello, el curso de programación básica de Platzi es gratis para quien lo quiera tomar alrededor del mundo y, además, tratará de ofrecer todo su portafolio de capacitación gratis a la población de Venezuela.

Información de Forbes en alianza con ANPanamá.